La serie documental The Last Dance no sólo nos ha recordado la próspera carrera de Michael Jordan como deportista, sino también como empresario
En un mundo detenido por la pandemia de Covid-19, los deportes en vivo tuvieron que quedarse en la banca; esta pausa ha sido ocupada con éxito por The Last Dance, el documental sobre la temporada 1997-98 de los Chicago Bulls de la NBA y sus jugadores. El protagonista obligado es la súper estrella del basquetbol, Michael Jordan, quien ha vuelto a tener los ojos del mundo sobre él.
Aunque The Last Dance (se puede ver en ESPN y Netflix) ha revivido la figura de uno de los mejores deportistas de la historia, las ganancias de la serie documental no han ido precisamente a enriquecer a Jordan, pues el mítico número 23 donó su ingresos —entre 3 y 4 millones de dólares—, a causas benéficas, como pagar a los trabajadores de la arena por los juegos perdidos durante la interrupción de la temporada a causa de nuevo coronavirus.
No obstante, darse ese lujo de altruismo no mermó su fortuna que asciende a 2.1 mil millones de dólares y lo catalogan como el deportista más adinerado del mundo, en todos los tiempos. Tan solo en el último año, su patrimonio neto sumó 300 millones de dólares y con dicha suma obtuvo el puesto 1 001 en el recuento de los multimillonarios del mundo que hace la revista Forbes.
¿Qué hace tan valioso el nombre de Michael Jordan más allá de sus logros deportivos?
Aunque su fortuna fuera del basquetbol es inherente a lo que logró en la cancha, su vida después del retiro ha sido monetariamente más redituable que cuando estaba en activo. Sí, aún con el sueldo que le dieron los Bulls (topado en 33.1 millones de dólares antes de retirarse en 1998) y con los patrocinios que, se sabe, enriquecen más a los deportistas que el propio salario que ganan.
El dueño
¿Cual es uno de los sueños más grandes de un aficionado a los deportes o de un jugador? Comprar su propio equipo, y justo eso hizo MJ. Tras su paso como jugador y directivo en los Washington Wizards —al cual una vez retirado como basquetbolista ya no le permitieron volver como presidente de Operaciones—, decidió invertir en un equipo. El 17 de marzo de 2006, compró los derechos totales de los Charlotte Bobcats de Carolina del Norte, convirtiéndose así en el gerente del equipo que ahora lleva el nombre de Charlotte Hornets.
Cuatro años después, dejó de ser el segundo mayor accionista de la franquicia para convertirse en el dueño del 90%. Esta era la primera vez que un exjugador de la NBA se alzaba como socio mayoritario de un equipo de la misma liga.
Su participación en el equipo se ha diversificado entre comprar y vender acciones, decidir sobre contratos de jugadores y entrenadores, los acuerdos con las televisoras y hasta elegir el diseño y color de los uniformes, calzado incluido, pues a partir de la temporada 2017-18, usan los tenis Nike Air Jordan. El mayor cambio lo hizo entre 2013 y 2014, cuando se deshizo del nombre Bobcats y adoptó el de Hornets (avispones) para renovar visualmente esta marca y reencarnar al equipo que anteriormente se llamó así. Dicha estrategia ocurrió junto con su respectiva campaña publicitaria, “Buzzy City”, en la ciudad de Charlotte.
Su figura mítica y su buen ojo en muchas decisiones han hecho que este equipo no solo suba peldaños en la liga, también le ha dado mayor valor, actualmente de 1.5 mil millones de dólares. Actualmente posee 70% del equipo, pues vendió en 1.5 mil millones de dólares una participación del 20% en septiembre de 2019 a los administradores de fondos de cobertura Gabe Plotkin y Daniel Sundheim.
Los Hornets son la mayor inversión de Jordan, pero no la única en el deporte. En 2017, se unió a un grupo de empresarios que compraron los Miami Marlins de la Major League Baseball. Aunque posee menos del 1%, ese pequeño porcentaje nos recuerda que él también pasó por el beisbol en los Chicago White Sox en 1994.
El inversionista
El instinto del basquetbolista de Michael Jordan para anotar canastas ha sido casi igual de exitoso para anotar ceros a la derecha en sus cuentas bancarias.
Si bien su fuente de ingresos más notable ha sido el acuerdo que tiene desde 1984 con Nike y los famosos sneakers Air Jordan y su línea de ropa—en 2019 obtuvo 130 millones de ganancias estimadas de Jordan de Nike, según la revista Forbes—, actualmente tiene unas menos apegadas a lo que forjó la base de su fortuna.
Una de las grandes inversiones del miembro del Salón de la Fama del Basquetbol ha sido la hecha en Sportradar, un proveedor de datos deportivos con sede en Suiza, un jugoso servicio para el negocio de las apuestas.
También le ha entrado a los eSports por medio de AXiomatic Gaming, firma que posee la franquicia de videojuegos profesionales Team Liquid, empresa con valor estimado en 200 millones de dólares.
Ya por darse el gusto, ha puesto dinero en la startup de contratación Gigster y en la marca de audífonos Muzik, donde su inversión se sumó a la de un dream team de millonarios como Francois–Henri Pinault (Grupo Kering), el jugador de futbol americano Ndamukong Suh, el orador motivacional Tony Robbins, el músico Drake y el comediante Kevin Hart.
Tequilero, restaurantero y bon vivant
Y porque el dinero también sirve para darse gustitos inesperados, Jordan y el copropietario de los Milwaukee Bucks, Wes Edens, el copropietario de los Lakers, Jeanie Buss, y el copropietario de los Celtics, Wyc Grousbeck y su entonces pareja Emilia Fazzalari, decidieron invertir en una marca de tequila premium.
La llamaron Cincoro (acrónimo de las palabras en español para cinco y oro) en honor a que la idea surgió durante una reunión acompañada con tequila donde estaban aquellas cinco personas. En un país donde el tequila se consume más que en cualquier otra parte, su marca ha sido un éxito entre quien puede pagar una botella de 1,600 dólares.
Y de las bebidas refinadas, el deportista ha ido a poner parte de su fortuna en Cornerstone Restaurant Group, un corporativo que administra restaurantes con su marca, como Michael Jordan Steak House, MJ23 Sports & Grill Bar o MJ Michael Jordan’s Restaurant. ¿Qué fan de él no tendría un momento de éxtasis al ir a beber un coctel con la silueta del ídolo plasmada en la espuma o tomarse una selfie en uno de sus templos gastronómicos?
Una vez retirado, uno de los pasatiempos de Jordan fue hacer viajes en motocicleta, pues mientras fue jugador, por contrato tenía prohibido conducir una de estas. Ahora no sólo tiene una colección de motocicletas y de automóviles de lujo, también es copropietario de un grupo automotriz que lleva su nombre. Es, a la par, socio mayoritario en el exclusivo campo de golf, Grove XXIII, en Hobe Sound, Florida.
Todo este cúmulo de empresas e inversiones le han dado una carrera que se vislumbra más larga y monetariamente más próspera que la que tuvo en el deporte. Un fenómeno en la duela que supo hacer lo propio como empresario y el 20 de enero de 2015 fue honrado como la Persona de Negocios del Año del Charlotte Business Journal.
Así, el documental The Last Dance pudo no haber sido directamente un negocio para Michael Jordan, pero indirectamente lo es. Lo trajo nuevamente a la memoria colectiva, le ha dado nueva vida a sus recuerdos como astro del deporte y sigue inflando ese universo que forja como empresario. Es la prueba viviente que el prestigio le ha valido más que cobrar un sueldo.