Q-Shaman es uno de los líderes del asalto al capitolio de EEUU. Afín al grupo conspiracionista QAnon, intentaba impedir la validación del presidente electo Joe Biden
Washington acaba de presenciar algo parecido a la reencarnación de Mel Gibson en Braveheart, pero mal. Con la melena al aire, antiguos ropajes y la cara patrióticamente pintada, Jake Angeli irrumpía en el capitolio estadounidense en un acto de amor fanático por el —hasta ahora— presidente del país.
Indomable —¿dónde estaban los cientos de policías que atendían las manifestaciones de Black Lives Matter?—, se abrió paso ante la multitud de manifestantes pro Trump que protestaban frente al edificio contra la validación del presidente electo, Joe Biden, que ocurría en aquel momento.
For the record this was the US Capitol during the BLM Protestors pic.twitter.com/hyqneRtqMD
— We have nothing to lose but our chains. Unionize. (@MartyOropeza) January 6, 2021
Él y otros consiguieron entrar, frenar la sesión de los congresistas y crear el caos en la ciudad. Washington decretaba toque de queda mientras se conocía la muerte de una asistente a la protesta por un impacto de bala. A día de hoy, son cuatro quienes han perdido la vida en los violentos disturbios.

Manifestantes pro Trump congregados frente al capitolio de Estados Unidos contra la validación del presidente electo Joe Biden / EFE
Quién es Q-Shaman, líder del asalto al capitolio
Lo llaman Q-Shaman. “Q”, por QAnon: Angeli tiene un papel relevante en este movimiento conspiranoico, que sostiene, entre otras falacias, que el mundo está liderado por pederastas y traficantes de humanos y que Trump llegó para salvarnos.
El movimiento también ha tenido un papel fundamental en la difusión de fake news durante las elecciones estadounidenses y la transición. Ayer aplaudía el asalto como un primer paso para una guerra civil. Desde las pasadas elecciones, cuenta con una congresista electa afín al grupo, Marjorie Greener —otro reflejo de la realidad que vive el país.
“Shaman” por su apropiación de la estética chamánica en sus apariciones públicas. Ayer se le podía ver envuelto en pieles y coronado con cuernos al estilo bisonte de las llanuras norteamericanas.
Photo of Senate right now. 'Where's Pence, show yourself!' protester shouts pic.twitter.com/xGVKMnsf3T
— Steven Nelson (@stevennelson10) January 6, 2021
Se considera a sí mismo una especie de enviado divino. El año pasado participó en mítines de extrema derecha en Arizona, afirmando que “Q me envió”.
Ayer dejó de ser únicamente el aspirante a actor de Arizona que incita a la conspiración y niega la derrota de Donald Trump para convertirse en protagonista de la nueva pesadilla norteamericana.
En la revuelta lo acompañaban, además de afines a QAnon, miembros de la derecha y extrema derecha, como la milicia Proud Boys.
La reacción de Trump y la opinión política
El presidente se ha mostrado afín a QAnon en redes sociales y él mismo ha insistido en esparcir teorías falsas sobre el resultado de las elecciones.
Quizás eso no haga tan extraño el hecho de que, al dar la cara por los hechos, insistiera primero en que las elecciones habían sido robadas antes de pedir a los manifestantes que abandonaran pacíficamente las instalaciones.
Líderes internacionales y políticos estadounidenses lo responsabilizan como instigador de lo que podría ser lo más parecido a un intento de golpe de estado.
Lamentan que Trump haya propiciado este tipo de actuaciones con un discurso alimentado por el odio, la ignorancia, el abuso de poder y el no saber perder.
Sólo seis congresistas republicanos han respaldado la idea de que lo sucedido ayer quede sin consecuencias para los responsables. 93 han repudiado el asalto, incluidos congresistas afines al mandatario como el senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham. «No cuenten conmigo, ya es suficiente», sentenció.
Por su lado, demócratas exigen basarse en la Vigesimoquinta Enmienda para destituir al presidente antes de que termine su mandato el 20 de enero.
La revuelta de ayer en Washington se suma a una convulsa transición presidencial en Estados Unidos fomentada por el propio Trump. Pero, probablemente, este episodio no sea resultado de cuatro años de mandato populista y demagogo, sino de décadas construyendo un sistema basado en la injusticia social, el separatismo y la intolerancia.