Los predicadores de la congregación “La Nueva Luz de Dios” secuestraron y torturaron a varios indígenas locales para que se arrepintieran de sus pecados.
Las autoridades de Panamá encontraron el pasado miércoles siete cadáveres en una fosa ubicada en un lugar remoto de Ngäbe Buglé, una comarca indígena en el oeste de Panamá. También rescataron a 15 residentes indígenas de la comunidad selvática, que denunciaron haber sido secuestradas por una secta religiosa llamada “La Nueva Luz de Dios”. Los predicadores les ataron, golpearon, quemaron y torturaron hasta hacerlos arrepentirse de sus pecados en extraños y macabros rituales exorcistas.
Alertados por tres aldeanos que escaparon y se dirigieron a un hospital local, las autoridades descubrieron una iglesia improvisada en un rancho en medio de las colinas de la jungla. Entre esas cuatro paredes, encontraron varios miembros de las comunidades locales absolutamente maltratados, desnudos y detenidos en contra de su voluntad. Aproximadamente a dos kilómetros del edificio, la policía localizó una tumba recién excavada con los cadáveres de cinco niños de tan solo un año, una madre embarazada y una chica de 17 años.
Según los informes, la secta habría estado operando en el área durante aproximadamente tres meses. Pero la situación llegó a un punto crítico el sábado, cuando uno de los miembros de la iglesia tuvo una visión. “Dios le había dado un mensaje que aparentemente se redujo a hacer que todos murieran si no se arrepentían de sus pecados”, explicó el fiscal local Rafael Baloyes. Fue el domingo cuando los supuestos pastores realizaron el ritual a una familia “para sacarle a Satanás de dentro y que pudieran ir al cielo”.
El Ministerio de Seguridad Pública informó de que 10 miembros de la secta “Nueva Luz de Dios” han sido detenidos, aunque se desconocen todavía sus creencias o afiliaciones. Según informa The Guardian, los Ngabé Buglé son el grupo indígena más grande de Panamá y sufren altas tasas de pobreza y analfabetismo.
