El milagro de la vida cetácea ha sido captado por una cámara subacuática de un centro marino del sur de China.
En las imágenes vemos a una ballena blanca, también conocida como beluga, en una piscina del centro. De ella asoma ya la cabeza de su cría, que en pocos segundos abandona el vientre materno con impulso y decisión.
Sin mostrarse perezosa y como si quisiese hacer gala del rasgo social que se le atribuye a su especie, sale a nado por cuenta propia y se dirige hacia la cámara, parece que nos quisiese saludar a todos los que hemos disfrutado de su llegada al mundo.
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Sorprende la diferencia de color entre madre e hija. Mientras la madre, haciendo honor a su nombre, es blanca, la pequeña llega al mundo con un tono más grisáceo y oscuro. Esta especie, reconocida por su color, adquiere el tono blanquecino alrededor de los 5 años, etapa en la que alcanza su madurez sexual, y no antes.
El pequeño vástago, instantes después de su nacimiento, comienza a conocer mundo nadando pegada a su madre y de manera sincronizada con ella. El personal del centro interrumpe el paseo para suministrarle lo necesario, pero pronto la pequeña beluga regresa de nuevo con su progenitora, de la que no se separará demasiado ya que son animales cuya vida tiende a desenvolverse en compañía de grupos reducidos.
Es la tercera que nace en este centro chino en poco más de 10 días.
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Las ballenas son animales de gran atractivo tanto por su gran tamaño como por su personalidad social y juguetona. Sin embargo, su cría en cautiverio para atracción turística supone un grave riesgo para su supervivencia y actualmente son más de 3.000 los ejemplares que viven en cautiverio a nivel mundial.
Con el objetivo de darles una segunda oportunidad a estos mamíferos marinos, el pasado mes de junio, y tras seis años de desarrollo, se hacía público el primer santuario para belugas del mundo: Sea Life Trust, que estará activo a partir del próximo mes de marzo.
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El santuario cuenta con 32.000 metros cuadrados y está situado en la bahía de Kettsvik, en las islas Westman (Islandia). Ese enclave fue, curiosamente, el escenario donde se rodó la famosa película Liberad a Willy.
El proyecto nació con la motivación de dar otra oportunidad a dos ballenas blancas de 12 años de edad. Estas belugas, bautizadas como “Little White” y “Little Grey”, fueron criadas en un parque zoológico de Shanghai y su dependencia humana imposibilita que puedan llegar a vivir en libertad.
Gracias a este refugio podrán pasar el resto de su vida, alrededor de 40 años, en su lugar natural de procedencia, el Ártico, y sin estar sometidas a la esclavitud del espectáculo.
